Interioridad AutoConsciencia

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PSICOLOGÍA DE LA POSIBLE
EVOLUCIÓN DEL HOMBRE

P. D. Ouspensky

¿Qué es la conciencia?

En la mayoría de los casos en el lenguaje or­dinario se usa la palabra "conciencia" como un equivalente de la palabra "inteligencia", en el sen­tido de actividad de la mente .
En realidad, la conciencia es una especie muy particular de "darse cuenta" en el hombre, inde­pendiente de su actividad mental. Ante todo, "darse cuenta" de sí mismo , darse cuenta de quién es él , de dónde está , y más aun "darse cuenta" de lo que sabe, de lo que no sabe, y así sucesivamente.
Sólo uno mismo puede saber si en un mo­mento dado está "consciente" o no. Esto fue pro­bado hace mucho tiempo en cierta corriente de pensamiento en la psicología europea, la que com­prendió que sólo el mismo hombre puede conocer ciertas cosas acerca de sí.
Aplicándolo a la conciencia, quiere decir que sólo un mismo hombre puede saber si su concien­cia existe en un momento o no. Esto quiere decir que la presencia o la ausencia de la conciencia en un hombre no se puede probar por la observación de sus actos exteriores. Como ya lo he dicho, este hecho fue probado hace mucho tiempo, pero su importancia nunca fue totalmente comprendida, porque siempre se le ligaba con la comprensión de la conciencia como un proceso mental o una actividad de la mente. Si un hombre se da cuenta de que no estaba consciente hasta el momento en que lo percibe, y luego se olvida de esta percep­ción, o aun si la recuerda, esto no es conciencia. Es tan solo el recuerdo de una fuerte percepción.
Quiero ahora atraer su atención hacia otro he­cho que ha sido perdido de vista por todas las es­cuelas modernas de psicología.
Es un hecho que la conciencia en el hombre, no importa cómo se la mire, nunca permanece en el mismo estado. Existe, o no está. Los momentos más elevados de conciencia crean memoria . Los otros momentos, el hombre simplemente no los re­cuerda. Esto, más que nada, produce en el hombre la ilusión de conciencia continua o de un continuo "darse cuenta de sí ".
Algunas escuelas modernas de psicología nie­gan enteramente la conciencia, inclusive niegan la necesidad de tal término, pero ello no es sino un derroche de mala inteligencia. Otras escuelas, si se les puede llamar así, hablan de estadosde con­ciencia , queriendo significar: pensamientos, sentimientos, impulsos motrices y sensaciones. Esto está basado en el error fundamental de mez­clar la conciencia con las funciones psíquicas. Hablaremos de ello más tarde.
En realidad, en la mayoría de los casos, el pensamiento moderno todavía confía en la vieja formulación de que la conciencia no tiene gra­dos. La aceptación general de esta idea, si bien tácita, aunque esté en contradicción con muchos descubrimientos recientes, detuvo muchas posibles observaciones sobre las variaciones de la concien­cia.
El hecho es que la conciencia tiene grados bastante visibles y observables, por cierto visibles y observables para cada uno en sí mismo .
Primero está la duración: ¿cuánto tiempo ha estado uno consciente?
Segundo, la frecuencia de aparición: ¿cuán­tas veces se ha llegado a ser consciente?
Tercero, la extensión y la penetración: ¿de qué era uno consciente? , lo cual puede variar mu­chísimo con el crecimiento del hombre.
Si tomamos sólo los dos primeros, podremos comprender la idea de la posible evolución de la conciencia. Esta idea está ligada con un hecho muy importante y muy conocido por las antiguas es­cuelas psicológicas, como por ejemplo la de los autores de la Philokalia , pero completamente ig­norado por la filosofía y la psicología europeas de los dos o tres últimos siglos.
O sea que la conciencia se puede hacer continua y controlable por medio de esfuerzos especia­les y de estudios especiales.

*Trataré de explicar cómo se puede estudiar la conciencia. Tomen un reloj y miren el segunde­ro, tratando de darse cuenta de sí mismos , y con­centrándose en el pensamiento "Yo soy Pedro Ouspensky" "Estoy ahora aquí". Traten de no pen­sar en nada más, simplemente siguiendo el movi­miento del segundero y dándose cuenta de sí mismo s, de su nombre, de su existencia, y del lu­gar en que están. Mantengan apartado todo otro pensamiento.
Si son persistentes, podrán hacer esto por dos minutos. Este es el límite de su conciencia . Y si tratan de repetir el experimento inmediatamente después, lo encontrarán más difícil que la primera vez.
Este experimento demuestra que un hombre, en su estado natural, puede con gran esfuerzo ser consciente de una cosa (él mismo) por dos minu­tos o menos.
La deducción más importante que uno puede hacer después de realizar este experimento en la forma debida, es que el hombre no es consciente de sí mismo. La ilusión de estar consciente de sí mismo es creada por la memoria y por los proce­sos del pensamiento.
Por ejemplo, un hombre va al teatro. Si está acostumbrado no tiene especialmente conciencia de estar allí mientras lo está. Sin embargo, puede ver y observar cosas, el espectáculo puede gustar­le o no, recordarlo, acordarse de la gente que en­contró, y así sucesivamente.
Cuando regresa a su casa recuerda que estu­vo en el teatro, y por supuesto cree que estuvo consciente mientras se hallaba en él. De esta ma­nera no tiene dudas sobre su conciencia y no se da cuenta de que su conciencia puede estar com­pletamente ausente mientras él puede actuar razonablemente, pensar, observar.
Para una descripción general, el hombre tie­ne posibilidad de cuatro estados de conciencia. Estos son: el sueño, el estado de vigilia, la con­ciencia de sí, y la conciencia objetiva .
Pero aunque tiene la posibilidad de estos cua­tro estados de conciencia, el hombre de hecho no vive sino en dos : una parte de su vida la pasa en el sueño y la otra en lo que es llamado "estado de vigilia", aunque en realidad su estado de vigilia difiere muy poco del sueño.

En la vida ordinaria, el hombre no sabe nada de la "conciencia objetiva" y no es posible ningún experimento en esta dirección. El hombre se atri­buye el tercer estado, o "conciencia de sí"; esto es, cree poseerlo, aunque en realidad sólo puede ser consciente de sí por muy raros chispazos y aún entonces es probable que no lo reconozca, porque no sabe lo que ello implicaría si en realidad lo po­seyera. Estos vislumbres de conciencia vienen en momentos excepcionales, en estados altamente emocionales, en momentos de peligro, en circuns­tancias y situaciones muy nuevas e inesperadas; o algunas veces en momentos completamente ordi­narios cuando no ocurre nada en particular. Pero en su estado ordinario o "normal", el hombre ca­rece de todo control sobre ellos.
En cuanto a nuestra memoria ordinaria, o a momentos de memoria, en realidad sólo recorda­mos momentos de conciencia, aun cuando no nos demos cuenta de que esto sea así.
Explicaré más adelante lo que significa la memoria en un sentido técnico, así como las dife­rentes clases de memoria que poseemos. Por aho­ra sólo quiero atraer su atención a la propia observación de su memoria. Notarán que recuer­dan las cosas de manera diferente. Algunas cosas las recuerdan muy vívidamente, algunas muy va­gamente, y otras no las recuerdan en absoluto. Solamente saben que sucedieron .
Se sorprenderán mucho cuando se den cuen­ta de qué poco es lo que recuerdan en realidad. Y esto sucede así, porque ustedes recuerdan sólo los momentos en que estuvieron conscientes .
De manera que, con referencia al tercer es­tado de conciencia , podemos decir que el hombre tiene momentos ocasionales de conciencia de sí, que dejan recuerdos vívidos de las circunstancias en que se produjeron, pero no tiene dominio sobre ellos. Vienen y se van por sí mismos, estando con­trolados por circunstancias exteriores y asociacio­nes ocasionales o recuerdos de emociones.

Surge la pregunta: ¿Es posible adquirir el con­trol sobre estos momentos fugaces de conciencia, el evocarlos más a menudo, y el mantenerlos por más tiempo, o aun el hacerlos permanentes? En otras palabras, ¿es posible llegara ser conscien­tes?
Este es el punto más importante, y desde el mismo comienzo de nuestro estudio debemos com­prender que este punto, hasta en teoría, ha sido totalmente olvidado por todas las escuelas moder­nas de psicología sin excepción .
Porque con los métodos adecuados y los esfuerzos apropiados el hombre puede adquirir el control de la conciencia , y puede llegar a ser cons­ciente de sí mismo , con todo lo que esto implica. Y lo que esto implica, en nuestro estado actual, no nos lo podemos ni siquiera imaginar.
Sólo después de que se haya comprendido este punto, puede llegar a ser posible un estudio serio de la psicología.
Este estudio debe comenzar con la investiga­ción de los obstáculos a la conciencia en nosotros mismos, porque la conciencia sólo puede comen­zar a crecer cuando por lo menos algunos de los obstáculos son extirpados.

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