JEAN KLEIN
de: LA ESCUCHA CREATIVA
¿Puede hablarnos de la
meditación?
No podemos decir y explicar exactamente qué es la meditación. Solamente
podemos decir lo que no es. No es una
actividad cerebral. No es una actividad que se hace en una relación
sujeto-objeto. En la meditación no hay
presencia a sí mismo, ni que yo me hago uno con el universo. Cuando las actividades entran en reposo, es
decir, cuando no hay acción de la mente, la Conciencia se revela ella misma a
sí misma. Ser idéntico a la Conciencia es la meditación.
Esta Presencia que vivís conscientemente primero en ausencia de todo
objeto, a continuación es también Presencia en la presencia de los objetos. Es la página blanca en que escribís, la
pantalla de cine en la cual se proyectan las imágenes, como decía Ramana
Maharsi. Las imágenes cambian
constantemente, pero la pantalla siempre es pantalla. Es pantalla en ausencia de los objetos y
también en presencia de ellos.
Esta Conciencia la tenemos en común con todos los seres vivientes. El resto, en el fondo, no es más que forma y
nombre. Pero estamos de tal manera
encantados por los nombres y formas, que olvidamos lo que los soporta.
Noto que su presencia
física disuelve en mí muchos esquemas. ¿De qué modo puedo mantener yo mi
atención físicamente en Vd. hasta que se disuelva todo yo, mi memoria, y me dé
cuenta que soy tú?
Si te sentaras delante de una inmensa piedra y dejaras en ese momento
totalmente el concepto piedra, la piedra existiría únicamente en tanto que
percepción. En ese momento, la piedra expresa por excelencia la tranquilidad
total; no habría en ti ningún otro estímulo más que este Silencio de la piedra.
La piedra no tiene forma de ser otra cosa que tranquilidad.
En el museo Guimée de París, hay una cabeza de Buda en el centro, no se
ve la extensión total de la cabeza, sólo se ven los labios. Porque la sonrisa
de los labios, en cierta forma, come todo lo que está fuera de ellos. Cuando
mires estos labios, te vas a dar cuenta de que actúan en ti, y automáticamente
van a estar sometidos a un cambio. Estos labios que cambian en ti te van a
conducir al corazón y vas a sentir una gran alegría. En la sonrisa de esos
labios no hay ninguna posibilidad de estimular en ti ni la avidez, ni la
brutalidad, ni la violencia.
Medita sobre esto. Es una respuesta lateral.
¿Cómo puede conectar con
la unidad una persona que no tiene sensibilidad?
En principio tenemos sensibilidad. Cuando tocas tu mano puedes evocar la
sensibilidad, puedes evocar la sensación. Cuando pasas revista al cuerpo,
puedes hacerlo cuatro, cinco, o seis veces, tienes que ver inmediatamente la
sensación global del cuerpo. Solamente podemos tener la sensación global del
cuerpo a condición de no visualizarlo. Porque si visualizamos el cuerpo, solo
podemos hacerlo de la parte de delante, de atrás, de la izquierda, de la
derecha, de arriba o de abajo; no hay que visualizarlo, hay que permanecer a la
escucha después de haber dado la orden al cuerpo; y la sensación, la
sensibilidad, se va a formar en un Todo. Esta sensibilidad de la que hablamos
es una energía que sobrepasa el límite del cuerpo. Esta energía se expande en
el espacio lo mismo delante que detrás, a la izquierda y a la derecha. Cuando
vuestro cuerpo está habitado por esta sensibilidad no hay límites. En un cuerpo
así ya no es posible un rincón para un yo. Porque un cuerpo en donde no hay
sitio para el yo, es un cuerpo expandido en el espacio; y como el cuerpo y la
mente no son dos trozos, entonces vuestro psiquismo y vuestra mente estarán muy
afectados por esta vacuidad que experimentamos en el cuerpo. Pero lo que nos
interesa sobre todo es la Conciencia en la cual aparece el cuerpo.
¿Esa expansión corporal
es el resultado de una práctica diaria?
Tenemos una memoria orgánica corporal.
Pasar revista al cuerpo nos pide por lo menos unos diez minutos a la
mañana. Dentro de algunos días os va a pedir tres minutos, y llegará un día en
que os sentáis y ya está…
Entonces la meditación sistemática ya no tiene interés. Somos meditación
a cada instante. Esto no nos impide en otros momentos meditar por la alegría o
el placer de meditar.
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