
Pero a cada instante había destrucción; no la destrucción para producir un nuevo cambio el cambio nunca es nuevo sino la destrucción total de lo que ha sido de modo que ya nunca pueda ser. No había violencia en esta destrucción; la violencia existe en el cambio, en la revolución, en la sumisión, en la disciplina, en el control y dominio, pero aquí la violencia en cualquiera de sus formas y de sus diferentes nombres, había cesado totalmente. Esta destrucción es creación.
Pero la creación no es paz. La paz y el conflicto pertenecen al mundo del cambio y del tiempo, al movimiento externo e interno de la existencia, pero esto no era del tiempo ni de ningún movimiento en el espacio. Ello es pura y absoluta destrucción, y sólo entonces lo «nuevo» puede ser.
Al despertar en la mañana esta esencia estaba ahí; debe de haber estado toda la noche, y al desertar parecía llenar la cabeza y el cuerpo entero. Y el proceso continúa suavemente. Uno tiene que hallarse solo y quieto, entonces está ahí.
Mientras uno escribe esa bendición está presente, como la suave brisa entre las hojas.
de 'diario de Krishnamurti'
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