Interioridad AutoConsciencia

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SOBRE MANTENER EL TRABAJO VIVIENTE EN UNO MISMO 

En este Trabajo la parte-Voluntad de nosotros tiene que amar lo que la parte intelectual conoce y lo que cree. Comprendemos mediante la observación de sí que no queremos lo que conocemos. El Centro Emocional es el asiento de la Voluntad, el Centro Intelectual es el asiento de lo que conocemos, y de acuerdo con los diagramas del Trabajo la parte intelectual es en nosotros el asiento de la conciencia. Tenemos, en ese diagrama al cual me refiero, a la Conciencia situada en la parte superior del compartimiento, la Voluntad situada en la segunda, y la Atención en el tercero o compartimiento inferior.  Se dijo en una ocasión que nadie puede mantener su propósito en el Trabajo a no ser que la Conciencia, la Voluntad y la Atención cooperen.  Por lo general, cuando un hombre tiene un propósito forma dicho propósito con un pequeño lado de sí mismo, su conocimiento, y muy pronto lo olvida —esto es, deja de ser consciente de él—.  Se hace un propósito desde el conocimiento.  Pero no tiene suficiente conciencia de él como para mantenerlo.  Mientras tanto su voluntad —es decir, sus varias voluntades— van en direcciones diferentes y opuestas y su atención se desparrama de infinitas maneras.  La combinación de Conciencia, Voluntad y Atención no se logra.
Hemos hablado recientemente sobre lo que significa poner al sentimiento del "Yo" en el Trabajo.  ¿En qué sentido cada uno de ustedes puede decir que tiene el sentimiento del "Yo" en este Trabajo? ¿Qué quieren decir con ello? ¿Y cuántas veces en el día perciben este sentimiento del "Yo" como algo completamente distinto de los cambiantes sentimientos de "Yo" que tenemos en nuestros asuntos corrientes de vida?  Se nos dio la tarea de recordarnos a nosotros mismos por lo menos una o dos veces al día.  ¿Lo creen -posible o es simplemente una cuestión de memoria sin que resulte de ello nada de real?  Recordarse a sí mismo significa entrar en un estado muy diferente en uno mismo.  Un sentimiento diferente de "Yo" pertenece a ese estado porque es una elevación de la conciencia a un nivel más alto —-esto es, fuera del así llamado estado de vigilia o segundo estado de conciencia que tenemos en las cuestiones ordinarias en las que moran los pequeños "Yoes".  Para recordarse a sí mismo es preciso que la Voluntad contribuya a la acción.  No es un pensamiento ni puede ser cuestión de mera memoria.  Ahora bien, debo recordar que tengo que recordarme a mí mismo pero no en realidad recordarme a mí mismo —esto es, sigue siendo una cuestión de memoria y nada más—.  Eso es estar en un estado común.  Al mismo tiempo me atribuyo el mérito de haber recordado que tengo que recordarme a mí mismo.  Es lo mismo que recordar que se tiene que escribir una carta y sentirse meritorio por haberlo recordado, y no escribir la carta.  Debe necesitar recordarse a sí mismo con el fin de hacerlo y cuando la necesidad se presenta la Voluntad también se presenta, esto es: Yo deseo recordarme a mí mismo.  Yo quiero recordarme a mí mismo.  Hay una oración que nos aconsejaban repetir en los primeros tiempos del Trabajo: "Yo deseo recordarme a mí mismo"  Gran parte del trabajo personal se despilfarra pensando y no haciendo lo que pensamos.  La parte-Voluntad en nosotros no está involucrada y así retornamos a la frase inicial; "La parte-Voluntad en nosotros debe amar lo que la parte intelectual conoce y cree".
Este casamiento entre el intelecto y la Voluntad que se menciona tantas veces en la literatura esotérica del pasado es señalada en el Trabajo diciendo que debe de haber una unión entre el nuevo Conocimiento y el Ser antes que pueda nacer una nueva comprensión en el hombre.  Desde el solo Conocimiento podemos y tomamos muchas decisiones intelectuales —de hecho, las tomamos constantemente— pero todo ello tiene lugar únicamente en un centro, el Centro Intelectual, y el Centro Emocional no se ve implicado. Todos hemos oído cómo el Trabajo debe ser recibido primero por el intelecto y cómo ante todo debe registrarse en la parte más mecánica del Centro Intelectual —es decir, la parte formatoria.  A menos que el Trabajo esté bien registrado allí sigue siendo débil, como un idioma imperfectamente hablado.  Pero seguirá siendo inoperante a no ser que una persona piense esas ideas y las aplique a su propio Ser.  Ahora bien, nuestro Ser pertenece al lado-Ser de nosotros porque nuestro nivel de Ser en el que eventualmente decide lo que hacemos —nuestra vanidad quizás o nuestro orgullo—. Puedo decidir intelectualmente actuar de cierta manera pero mi nivel de Ser hace que actúe de una manera completamente diferente.  Por lo tanto percibe cada vez mejor que hay en mí algo que me impulsa a actuar independientemente e ignora mis efímeras decisiones.  En los primeros días se dijo en muchas oportunidades que el objeto del Trabajo es el de despertar el Centro Emocional que es el asiento de la Voluntad, pero esto no es posible a no ser que la parte intelectual sea despertada primero. ¿Qué significa el que el Centro Intelectual deba despertar en este Trabajo?  Para empezar significa que ya no tomamos más el Trabajo como algo en el pizarrón que es preciso memorizar.  La próxima etapa radica en hacer que la mente descubra la verdad de las ideas del Trabajo.  Cuando un hombre empieza a ver la verdad de este Trabajo después de años de trabajo personal pasa a una etapa difícil porque el estado de su Ser aún no ha sido afectado por la verdad del conocimiento enseñado por el Trabajo y que ahora ve a través del Centro Intelectual.  Cabe decir que esta es en realidad la primera etapa del Trabajo, porque entonces el Ser de una persona se convierte en un verdadero problema y la observación de su Ser es para ella una cuestión que le incumbe prácticamente.  Cuando un hombre comienza a ver por sí mismo la verdad de este Trabajo, sin la ayuda de otros, empieza a tener su propia fuente de trabajo en sí mismo.  Esta crece en él.  Está, hasta cierto punto, despierto —esto es, despierto en alguna pequeña parte de su mente— pero si imagina que esto es bastante, comete un grave error. De hecho, sólo comienza a comprender lo que significa el Trabajo en lo que le atañe y sobre qué debe trabajar y el porqué. 

 MAURICE NICOLL
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VOLUMEN III

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